jueves, 10 de septiembre de 2015

CRECER Y HACER CRECER EN EL NUEVO CURSO ESCOLAR


Vuelve septiembre, empieza el curso escolar y miles de alumnos vuelven a la escuela o al Instituto. Van por primera vez, cambian de curso o de etapa, con el mismo o diferente profesorado, centro, compañeros y compañeras, amistades...
Un nuevo curso es siempre un sinfín de novedades y de cambios para las familias, que deberán aprender y aceptar las reglas que conforman las relaciones con el sistema, con los compañeros, con el profesorado y con la propia familia y comunidad. Las madres y padres de los más pequeños –supuestamente más las madres- seguirán muy pendientes de lo que les pasa o les debería pasar y van regulando de alguna manera los contactos con los maestros. Y es una lástima que sólo sean las madres y que, cuando los hijos e hijas se van creciendo, ellas -y los padres- van alejándose poco a poco de la escuela y del instituto. Porque es necesaria una complicidad, cada cual desde su responsabilidad, entre la familia y el centro, entre los padres y el profesorado.
Las familias habrán gastado unos centenares de euros en los libros, cuadernos, libretas y otros complementos. El cambio en la gestión las ayudas para libros se atisba como un rayo de esperanza en algunas zonas. Habrá que aprender a cuidarlos al saber que al final del curso se deberán devolver para recibir la segunda parte de la ayuda y dejar el libro en el aula para los compañeros y compañeras del curso que viene. Si es una mejora que facilita la economía familiar es también un reto en cuanto al aprendizaje de la responsabilidad personal y de grupo en el respecto al material escolar.
Sin embargo, suponemos que deberán llevar todavía los libros cada día arriba y abajo en la mochila correspondiente que, en teoría, no tendría que pesar más del 10% del escolar. Y, mejor, con ruedas o muy pegadas a la espalda. Por cierto, llevar la mochila o la bolsa es cosa de los y las escolares, no de la madre ni de los abuelos. Esto es también un aprendizaje de la responsabilidad propia y del crecimiento como persona.
Y pronto vendrán los deberes, aquellas tareas cotidianas impuestas cada día desde la clase para casa y que -demasiadas veces- son también un cotidiano martirio familiar. Sin que se haya demostrado que sirvan para aprender más de lo que se aprende en la clase.
Volverán los conflictos a la hora de acostarse por la noche y levantarse por la mañana, cada día y también sábados y domingos, y habrá que controlar las actividades de pantalla -tele, Internet, teléfonos, tabletas- Y quizás todavía quieran jugar a juegos cara a cara con amigas amigos, si es que han llegado a aprender y todavía no lo han olvidado.
Y con todo este panorama, ¿qué pueden hacer las madres y padres para asumir su responsabilidad de criar y educar para que hijas e hijos saquen un buen provecho del curso que empieza?

10 PUNTOS A TENER EN CUENTA
Enumero algunas cuestiones que habrá que reflexionar y debatir en casa entre la pareja, a solas o en compañía de otros con similares intereses educativos y que servirán para iniciar con seguridad y buen paso el camino del curso.
  1. Se debe ir a la escuela o el instituto a conocer el tutor o tutora de los hijos y anotar en el calendario o a la agenda del móvil las fechas de reuniones periódicas programadas. Y, además, planificar reuniones sin esperar que haya problemas, porque hay que hablar también cuando las cosas van bien, y afianzar la necesaria complicidad formativa.
  2. Hay que marcar un tiempo máximo para hacer los deberes en casa: entre 20 minutos los pequeños a hora y media los mayores. Y si no los terminan, que asuman su responsabilidad con el profesorado. Lo mejor sería negociar con el tutor o tutora y acordar que cuantos menos deberes ponga, mejor para todos.
  3. Importante será negociar y anotar las tareas que los hijos y las hijas deben realizar en casa desde muy pequeños. Tanto las que son responsabilidad propia (habitación, juguetes, ropa, libros....) como la participación en las que son familiares; y exigir que las hagan. A cambio de nada, claro.
  4. El padre y la madre deben programarse un tiempo para hablar sobre los hijos y las hijas, cuando no estén delante. Si no puede ser diario que sea en días alternos. Y que todo ol que les manden, les exijan o nieguen sea siempre en nombre de los dos, lo diga quién lo diga.
  5. Y es necesario que el padre y la madre encuentren tiempo cada día para hablar, jugar, pasear, hacer trabajos manuales, coleccionar o explorar Internet con cada hijo o hija. Y el fin de semana un poco más, a solas y todos juntos.
  6. Hay que hacer un esfuerzo familiar para facilitar a los pequeños y mayores experiencias interesantes, donde puedan aprender otras cosas que no se aprenden en la escuela: deportes diferentes y alternativos, colecciones, viajes, visitas familiares, ayuda a otras personas...
  7. Deben planearse también el tiempo diario y semanal de actividades con las pantallas y pantallitas y proporcionarles actividades de aire libre y de relación con otras personas, en directo, cara a cara, sin trampas ni excusas.
  8. Tendrán que recordar no dejarles pasar ninguna conducta negativa sin que los menores se den cuenta que han actuado mal, y que aquello que hacen mal llegue a costarles algo. También, reconocerles cuando hacen las cosas muy hechas y como es debido. Por eso, se les debe dejar claro qué se espera de ellas y de ellos, y empezar a negociar.
  9. Deberán poner atención en no darles enseguida todo lo que piden y que los cueste esfuerzo y tiempo ganarse las cosas. Con el esfuerzo les darán valor y con el tiempo aprenderán a esperar, uno de los mejores aprendizajes de la vida. Porque no puede ser ni tenerlo todo ni tampoco tenerlo ahora mismo.
  10. Es importante hacer-les ver que son personas importantes para la familia, para el padre y la madre, los hermanos, abuelos y resto de familiares; que les quieren mucho. Y se debe favorecer unas relaciones familiares cotidianas con la familia extensa, que les ayudará a encontrar su lugar en el mundo a lo largo de la vida.

CRECER Y HACER CRECER
Si la madre y el padre tienen en cuenta estos puntos y acostumbran a ir poniéndolos en práctica desde que los hijos e hijas son pequeños, habrá muchas posibilidades que tengan unos comportamientos adecuados cuando vayan haciéndose mayores. Si han pasado estos primeros años sin poner demasiada atención en todo esto, también pueden ir reaprendiendo poco a poco; es caso de darse cuenta, tomar conciencia y ponerse a la tarea de educar.
Se necesita tiempo y dedicación, pero esto es ser padre y madre, dedicarse desde que los hijos e hijas nacen hasta que puedan ser autónomos y responsables de si mismos e independientes en la vida. Esto es crecer y hacer crecer.

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